lunes, 27 de octubre de 2008

¿Reside la ética dentro del concepto de los niños-medicina?

Últimamente la ciencia no para de avanzar; es cierto que estamos en pleno siglo XXI, cien años en los que nos hemos encontrado en su principio y nos encontraremos en lo que falta por venir con, seguramente, grandes invenciones o descubrimientos en muchos campos de las ciencias. Sin duda la medicina es quizás la que más por fin está recibiendo una ráfaga de aire fresco que trae con sí cambios antes impensables, sino véase el trasplante de cara relativamente reciente, o la creación de los ahora tan populares "bancos" de células madres, donde aquellos padres preocupados por el futuro de sus hijos, podrán guardar la sangre de los cordones umbilicales de estos de cara a el tratamiento de futuras enfermedades. Aunque, y ya no tiene mucho que ver con el tema que voy a tratar pero es una interesante apreciación, poca gente se da cuenta de que si bien la medicina avanza de cara a un era dorada, también es cierto que detrás de estos cambios están ya metidas las avariciosas manos de decenas de compañías farmacéuticas que se relamen de gusto pensando en todas esas "innovaciones" que podrán vender a precios que desangraran a la gente...y llenaran sus ya más que abultadísimas cuentas corrientes, engordaran sus valores en bolsa, etc...Y si alguien ve este comentario un tanto fuera de lugar como catastrofista, que le pregunte al Dr. Manuel Patarroyo, y ya les dirá lo mucho que tienen que "hacer" las farmacéuticas de cara a cada uno de los nuevos tratamientos que se vayan descubriendo.


Pero lo que realmente está pensado tratar en esta nueva entrada, es la moralidad, digamos mejor la ética, del hecho de traer a la vida a un niño cuando su única función y deseo por el que se le ha dado la oportunidad de vivir, es para salvar por medio de sus células madre, medula ósea o cualquier otra cosa, a un hermano mayor que padece alguna enfermedad incurable si no es por este medio. Ahora probablemente quien lea esto debe estar muy atento a mi opinión sobre el tema para bien aplaudirla por estar conforme, o acabar con deseos de tirarse a la yugular por considerar mi postura inhumana o falta de alguna ética. Pero personalmente no solo me limitaré a exponer mi opinión, sino que aportare aquellas razones que para mí la demuestran como la correcta.


Como comentaba, el fenómeno del “niño-medicina” es algo que comienza a hacerse común; hijos concebidos con la principal idea de venir a este mundo para salvar a sus hermanos que padecen alguna enfermedad grave. Pero bien, ¿No resulta esto algo tan frívolo como el acercarse una tarde cualquiera a la farmacia y comprar un antigripal para el niño que ha cogido un catarro?…y es que imagínense la situación que tiene algo de humor negro:

(Un padre) -Buenas...mi hijo PRIMOGÉNITO se ha puesto enfermo y no se termina de encontrar bien ni dándole un sobre de Ibuprofeno, ¿Se le ocurre algo para que el pobre niño se mejore?
(El farmacéutico) –Oiga, pues mire…los laboratorios X están ahora comercializando una medicina genial para estas cosas…
(Un padre) –Dígame usted cual por favor.
(El farmacéutico) –Pues…va usted con su mujer y tienen un bebé, ya sabrá que la espera está sobre los nueve meses…y cuando nazca…ya tiene usted la medicina perfecta para su primer hijo.


Es verdad que comentándolo así la situación adquiere un toque casi cínico, y después de esto más de uno pensará “¿Y tú serías capaz de negarte a tener un segundo hijo por más que no sea deseado sabiendo que así salvas al primero?”. Y la respuesta es “ni mucho menos”. Yo por un hijo estaría bien dispuesto a dar lo que sea, pero hay que tener en cuenta que la idea de traer a un segundo hijo, que por más que se diga “pero al final se le coge cariño”, siendo realmente no deseado y solo para salvar al primero, es un tanto falta de ética, porque, y he aquí mi solución particular, se conseguirían los mismos resultados sin llegar a tener ese “segundo hijo” por medio de un embrión; un embrión que no tendría que vivir con la “carga” de aceptar que por más que mama y papa lo mimen y le digan día a día lo mucho que a él TAMBIÉN le quieren, realmente ha nacido solo por el deseo de sus padres de que su hermano mayor viviera. Y como esto no va a ser diferente a cualquier tema de debate en la vida, habrá por supuesto quien dirá “Dios mío…pero hacer eso con un embrión…que pena tan grande, ¿Es que acaso no es más cruel hacer eso y luego desecharlo que tenerlo directamente y ya de paso usarlo de cura?”. Pues para ser sincero no es más cruel, y lo digo con total seguridad porque siendo claros llorar la pérdida de un embrión que podría tener apenas 3 semanas cuando ya es desechado, sería como llorar cada vez que nos hacemos una tortilla porque estamos comiéndonos (si…literalmente comiéndonos) lo que, de haber seguido su curso natural, más tarde habría sido un pollo. Y es que tendemos al error natural de atribuir a un embrión, que no es más que unas cuentas células por aquí y otras pocas por allá, características humanas, lo cual es un error absurdo, porque nos guste o no, somos animales, y si no lloramos porque se perdió un huevo y su yema que tendría que haber sido un pollito…pues no hay motivo para llorar por la pérdida de unas células que ni remotamente tienen parecido a un humano, y que sirven perfectamente para salvar a ese hijo enfermo mencionado sin tener que traer un segundo no deseado.

No hay comentarios: